domingo, 21 de enero de 2007

La leyenda de los volcanes

¿Has oído o leído algo acerca del espectacular volcán que tenemos en México denominado Popocatèpetl?.

Este volcán esta situado muy cerca de la capital de nuestro país y también muy cerca de la ciudad en la que vivo, que es Puebla. Este volcán tiene una altitud de 5,452 metros sobre el nivel del mar. No es un volcán inactivo, al contrario, aun nos sigue dando algunos sustitos por sus exhalaciones de lava y cenizas, hasta ahora no han sido de cuidado, sin embargo, la gente que vive muy cerca de ahí, ha tenido que evacuar sus pueblos e irse a lugares que sirven como refugios temporales. Pero esta situación no ha empequeñecido su majestuosidad, su belleza ni su esplendor.


Pegado a este gran volcán esta una montaña preciosa, llamada Iztacihuatl. Date cuenta, un volcán...una montaña...juntos para toda la vida. Suena muy romántico, ¿no crees? Pues en torno a esto hay una leyenda llena precisamente de amor, de pasión. ¿La quieres conocer?

Vamos al tiempo de los aztecas o mexicas. Xochiquetzal era una guapísima doncella enamorada apasionadamente del guerrero mas apuesto y orgulloso de esos tiempos. Por diversas circunstancias, el ejército mexica tenia que enfrentar en una cruel batalla al ejército zapoteca. Esta guerra era necesaria para engrandecer el imperio azteca. Después de jurarse amor eterno, el valiente guerrero y la hermosa doncella se separaron. Ella quedó totalmente desconsolada, el partió, con la frente muy en alto y con el corazón lleno del amor de su doncella.

El tiempo transcurría y Xochiquetzal moría de angustia, sabia que era una batalla muy difícil para los mexicas, ya que el señorío zapoteca se convertía en fiera cuando defendía lo suyo, eran hombres muy bravos. Los aztecas tenían una tarea bastante complicada. Los días pasaban y la belleza de Xochiquetzal no pasaba desapercibida por los jóvenes que no habían ido a participar en la batalla. Enamoraban a la doncella, la cortejaban. Sobresalía un joven, apuesto, fuerte, perteneciente al señorío tlaxcalteca.

Este joven un día llegó con una terrible noticia para Xochiquetzal, su guerrero había muerto en batalla. La doncella entonces sintió perder la razón, se sumió en una desconsolada tristeza, todo le daba igual. El tlaxcalteca entonces se atrevió a pedir la mano de la doncella a sus padres, todos aceptaron, aunque ella sabia muy bien que ese paso que daba, era como enterrarse en vida. Pero... que mas le daba todo. Qué importaba ya la vida sin su amado guerrero. Se llevó a cabo el matrimonio y la doncella inició una melancólica vida al lado de su marido. Simplemente Xochiquetzal dejó de sonreír para siempre.

Una tarde Xochiquetzal escuchó ruidos en la calle, algo pasaba. Fue a investigar, aunque en realidad no le importaba nada. Se trataba del regreso de los guerreros aztecas, un regreso humillante, ya que habían sido derrotados, vencidos. Estaban tristes, todos ellos reflejaban la vergüenza en sus rostros. Bueno, no todos. Había un guerrero, que a pesar del fracaso vivido, conservaba la dignidad de su raza azteca.

Xochiquetzal observaba al ejército sin inmutarse. De pronto, sintió una mirada, una mirada penetrante, llena de pasión, que provenía precisamente de aquel guerrero que marchaba con orgullo y entonces ella sintió morir. Era su hombre el que la veía, era su guerrero al que había jurado amor eterno. Llena de odio y furiosa, insultó a su marido tlaxcalteca, lo acuso de hombre vil por haber inventado una mentira que a ella le había hecho morir en vida. ¿Cómo era posible que se hubiese atrevido a inventar la muerte de un hombre?

Entonces Xochiquetzal decidió huir, corrió en dirección al lago, tras ella fuè su marido, pero también su guerrero. Marido y guerrero lucharon por el amor de Xochiquetzal, uno por conservar a su esposa, otro por defender el amor de su vida. El tlaxcalteca fuè herido y huyó. El guerrero entonces fuè en busca de su amada.

La encontró muerta. Ella ya no quiso vivir después de haber sido la mujer de otro a quien le había jurado fidelidad eterna. El guerrero lloró, cubrió con flores blancas el cuerpo de su amada. Y la abrazo largamente, no quería soltarla, quería morir junto a ella.

En el pueblo repentinamente se sintió un fuerte temblor, las nubes se tornaron negras, el miedo se apoderó de todos. La noche cubrió el cielo. Fuè una noche larga, interminable. Pero por fin amaneció. Los mexicas vieron que en su valle habían surgido dos maravillosas montañas nevadas. Una con forma de mujer recostada, otra, alta, impresionante, como un guerrero azteca, hincado a los pies de la mujer. Desde entonces, el volcán lleva el nombre de POPOCATÈPETL, que significa “ montaña que humea” e IZTACIHUATL, que significa “ mujer dormida”. Hasta la fecha ese constante humear del volcán no ha cesado, ya que se dice que es una eterna antorcha que tiene el guerrero para iluminar por siempre a su doncella.

Mientras tanto, cerca de ahí, en Tlaxcala, también surgió otra montaña, a la que llamaron CITLATEPETL, o cerro de la estrella. Se dice que este cerro es el tlaxcalteca, cuya penitencia y obligación es observar de lejos a los amantes que YA NUNCA PODRA SEPARAR.

Durante muchos años y poco antes de la conquista de México, las doncellas muertas en amores desdichados, eran sepultadas en las faldas de Iztacihuatl o Xochiquetzal, la mujer que murió de pena de amor, y que hoy yace convertida en montaña, pero siempre bajo la amorosa y tierna mirada de su Popocatèpetl.

¿Te gustó la leyenda? Lo ideal sería que tu mismo vinieras a México y comprobaras lo que acabas de leer. Veras como la belleza de este volcán con su montaña serán una de las mil cosas con las que México te va a cautivar.

Desde Puebla, México.
Rocío López Gutiérrez.

7 comentarios:

Templario Azteca dijo...

Saludos.
En el libro de Fray Bernardino de Sahún “Historia General de las Cosas de la Nueva España” se menciona que los 12 franciscanos que llegan por primera vez a tierras mexicanas a evangelizar, son quienes destruyen los ídolos y cúes (pirámides y templos) de nuestros ancestros colocando sobre ellas las iglesias.
Después de la película del Código de Vinci descubrimos que en nuestros tiempos ya no se desencadenan desastres religiosos por el fanatismo, la mayoría somos capaces de escuchar diferentes opiniones de manera pacífica y respetuosa.
¿Qué tan posible será que los franciscanos permitan excavaciones bajo sus templos? Esto mostraría zonas arqueológicas que beneficiarían nuestra cultura, las visitas turísticas que mejorarían la economía de los lugares, y a ellos pues también les aumentaría la visita a sus iglesias.

Anónimo dijo...

Hola pues creo que estas equivocada con respecto a la historia d ela leyenda de los volcanes, en primera Xochiquetzal es una diosa azteca de las flores, amor y la fertilidad, esposa de Tlalóc.
Y la hermosa doncella se llamaba Iztacihualt tal y como se llama el volcan y su guerrero amado era Popocatepetl y además hay otros detalles que no concuerdan.
YA he leido esa historia varias veces, mis padres son profesores de literatura y conozco algo sobre eso, no soy una eminanencia.
Bueno saludos, que estes bien.

Anónimo dijo...

ESTA ES OTRA HISOTORIA TOTALMENTE DIFERENTE Y EN MI OPINION PERSONAL CREO QUE ES LA MAS ACERTADA

Cuentan que hace mucho tiempo existieron dos jóvenes enamorados. Iztaccíhuatl era la hija de un poderoso cacique. Más que la grandeza de su sangre o la alcurnia de su familla, la adornaban un corazón bondadoso y el interés por su pueblo. Decía su padre que ella tenía el carácter que le faltaba a sus hermanos, nada bueno para una mujer. Iztaccíhuatl llevaba largos años enamorada de un joven guerrero. Lo vio crecer en bravura y nobleza. No era la suya una familia ilustre, pero en su corazón habitaba la justicia. Ninguna de estas virtudes eran suficientes a los ojos del cacique.

El padre de Iztaccíhuatl planeaba casarla con el señor de un reino vecino. La unión aseguraría una beneficiosa alianza. Mas conocía el carácter de su hija. Contra el río era difícil luchar, sería mejor encauzarla sin que lo notara. Llamó a Popocatépetl y le ofreció la mano de su hija, con una condición: a Iztaccíhuatl sólo podría desposarla un señor de la guerra. Popocatépetl debía ganarse el honor que perseguía. Si volvía cubierto de gloria, en un jolgorio sin límites, desposaría a Iztaccíhuatl. Popocatépetl creyó la palabra del cacique y partió a la batalla.
El cacique se regocijó con la trampa en que cayeron los amantes. No era hombre que dejara nada a la suerte. Detrás de Popocatépetl partieron tres asesinos. Por una u otra mano, él no volvería.

Lunas después volaron desde el campo de batalla malas noticias. Popocatépetl había muerto. El cacique no permitió que su hija perdiera tiempo en lágrimas. Le hizo ver la conveniencia de casarse, de formar alianzas que ayudaran en la guerra. Contra duras razones era difícil resistirse. El egoísmo no era parte de su corazón. ¿Cómo no desear el bienestar de su pueblo? Buscar la paz tan ansiada, aunque el precio fuera el resto de su vida. Iztaccíhuatl accedió a casarse.
Cuando la princesa se sentaba al banquete de bodas, como una mujer con dueño, Popocatépetl entró triunfal a la ciudad. Ni la guerra ni los asesinos lo abatieron. Las noticias de su muerte eran falsas. A los amantes les bastó verse para comprender la magnitud del engaño. La cárcel en que ahora residía Iztaccíhuatl. La soledad y la rabia que aguardan a Popocatépetl.

A la mañana siguiente un lamento se hizo escuchar. En su lecho de bodas había muerto Iztaccíhuatl. Nadie entendía lo sucedido. Decían algunos que la princesa ingirió el veneno de la desesperanza. No había corazón que resistiera perder dos veces lo que se ama.

Ninguno osó interponerse al paso de Popocatépetl. Entró al palacio y tomó el cuerpo de su amada. La llevó arriba, a las montañas, donde el manto de las estrellas se deshacía en nieve. Tendió a su princesa que se vistió de blancura. Se quedó a su lado, con una antorcha encendida, iluminándole el camino hacia la eternidad. De la tumba de los amantes surgieron los dos volcanes que hoy contemplamos.

Aunque ya pasaron miles de lunas es difícil olvidar la leyenda. De vez en cuando Popocatépetl recuerda el amargo sabor del desengaño. Estalla en fumarolas y amenaza con desaparecer medio estado. Si los gritos y amenazas parecen ir en serio, los pobladores que viven a sus pies inician un penoso recorrido hacía su cima. Le ofrendan comidas, historias y canciones, a ver si se le distrae la ceniza. Si nada funciona toman el sendero que los lleva con Iztaccíhuatl. Con mucho respeto le piden a la señora que haga entrar en razón a su amado, que le baje el coraje a besos. Ella, que escucha siempre a los necesitados, da un suspiro de nieve. Va en busca del airado guerrero, sonríe y a Popocatépetl se le desbaratan los pensamientos.

Anónimo dijo...

Còmo es posible que se diga que la princesa se llamaba Iztacihuatl y el guerrero Popocatèpetl ? POR FAVOR NIÑOS, no digan tonterias. Una princesa no se iba a llamar desde niña MUJER DORMIDA, o si ? O èl Popocatèpetl, o sea, Montaña quer humea. Por supuesto que lo que esta en el blog es lo correcto, lo que escribe Rocìo, esta muy bien fundamentado y la felicito. Tù, niña, la que dice que sus papàs son profesores de literatura, pues hubiera sido mejor que fuesen de historia, para que asi no estuvieras tan confundida y dejaras de decir tonterias. Tu nota aclaratoria de que no eres una eminencia, pues esta de mas...jajajajaja.

Anónimo dijo...

la historia narrada creo yo fue hecha para dar razon a la existencia de estos volcanes como sucede con muchas otras historias es por eso que existen variadas versiones y porfavor no destruyan la imaginacion de los niños con tontos comentarios, ellos son tan capaces de reflexionar lo que es verdad o no, no los quieran tratar como tontos esto para el anterior comentario.

Norma Nancy dijo...

Hola, busque la historia en internet dado qe hace un mes estuve visitando Mexico y estaba recorriendo una feria de artesanos cuando vi y me enamore de una pintura que exponia uno de los puestos, era un guerrero que llevaba en brazos el cuerpo inerte de una mujer,al observar mi interes por la pintura el artesano se acerco a mi y me conto una leyenda respecto a la imagen de lo que yo estaba viendo, me parecio hermosa pero no tenia la seguridad de que fuera cierta por eso mi curiosidad, y que deleite y satisfacion fue leer vuestros comentarios y saber que tal vez fue otra historia de amor imposible manejado por terceros,al ver la pintura en casa cada dia me gusta mas por el profundo sentimiento que de ella emana.-

Rio Cuarto-Cordoba-Argentina 18-05

Anónimo dijo...

Hoy me han regalado una pequeña escultura que refleja esta historia de amor eterno,sea como sea, es la esencia que emana como dice en un comentario anterior....inusualmente me han traido de mexico esta figura con la historia de quienes poseen estan imagenes son destinados de vivir un amor eterno como la de ellos... no creo que sea asi, pero quien me ha regaladk la bhsco especialmente para mi...lo cual lo agradezco mucho